Para Mª Herminia socia número 9
Hoy no sabía que escribir y,
lo que es peor, mi directora, desde su olimpo del poder, pedía y pedía.
—
Es que aquí no
hay nadie mas que trabaje — pregunte por correo.
Solo unas risas y algunos
granos de arena costera, confirmaron mis sospechas: verano en su cenit, buen sol,
playas a tope, nudismo total. Nadie estaba por la labor “de dar un palo al agua”,
pero había que redactar.
Primero de historia, me dije,
al final de política, ambos temas fáciles y recurrentes, más aun cuando nuestros
muy amados políticos, sin que sirva de precedente, laboraran durante el mes de
agosto y nuestros ociosos asociados, se estarían preguntando, al fresco de unas
“sidrinas”, quienes éramos y de donde salimos.
Como asociado, relativamente
nuevo dentro de ANAPA, empecé por
recurrir a la hemeroteca, inexistente, a las Actas, fundacionales y de
seguimiento anual y/o a los Informes anuales enviados a la Fen, todos ellos quemados en
un ataque de competencias entre dos antiguos Presidentes. Partí de la nada:
algo de información oral, casi siempre partidista, una serie de estadísticas de
pagos y un listado de socios desde su inicio, en el 1995, hasta el 2010, con
una serie de lagunas y un conjunto de personas que nunca abonaban sus cuotas
(de ahí en adelante llevo la contabilidad y secretaria; los datos son
correctos).
Un buen día, o malo según se
mire, nació ANAPA junto a la playa de Gijón. Tardo algunos años en adquirir
personalidad jurídica y solo en 1998 aparece el primer socio (nº 9), por cierto
mujer, que aun se mantiene como tal y a la que habría que hacer un homenaje. Desde aquel
inicio hasta hoy, 334 personas han sido socios, normalmente por periodos
cortos, con una media anual de 50 de los cuales solo 30 renuevan anualmente.
Son, como digo, los treinta espartanos
que, casi sin querer, mantienen la Asociación, un milagro tal como están las cosas.
Porque quejarnos. La Federación Española
de Naturismo, nuestra introductora en Europa y el Mundo, maneja menos de 3.000
asociados, una ridiculez frente a los más de 20.000 alemanes.
Más todo cambia. La llegada a
las grandes (y pequeñas) ciudades de gobiernos populistas esta haciendo que lo
anteriormente prohibido, ahora se ensalza como bueno y saludable. El desnudo,
prohibido en las ordenanzas de algunos municipios (hecho aprobado por los
tribunales de justicia), ahora resulta que los nuevos dirigentes lo ven normal
y legislan en contra de lo dicho por la justicia, o sea que lo aceptan. No solo
eso, los grupos naturistas, antaño perseguidos hoy son demandados para
controlar, organizar y dirigir el naturismo por los nuevos órganos de poder.
“Entre otras cosas, el nudismo da dinero, sino que se lo pregunten a franceses y alemanes” y vale más mas estructurarlo con
quienes lo manejan, que dejar que campe a su libre albedrío.
El viejo sueño de piscinas
naturistas hoy ha vuelto a escena. En Barcelona funciona una, Madrid ha pedido
a la FEN retomar
el tema en sus instalaciones de la
Casa de Campo. El Ayuntamiento de Zaragoza, esta en contacto
con la Asociación
Naturista Aragonesa para abrir una en la capital del Ebro. En
Asturias, pionera en estas lides, hubo una. Desgraciadamente cerró. En aquellos
tiempos era un hito histórico. Uno debía bañarse a horas intempestivas,
controlado por cientos de socorristas. Lógicamente la afluencia a tales eventos
fue de muy reducida a nula.
El anhelo de playas abiertas
a textiles y nudistas sigue pendiente, aunque con una tolerancia casi total.
Será porque en Asturias hace poco sol y seria un pecado no aprovecharlo por
todos, el caso es que en casi todas existe una especie de pacto secreto, real
pero no escrito, que divide la arena en dos sectores y mantiene la orilla en un
paseo en el que se entremezcla bañistas con traje de baño y sin el, y que yo
sepa, no pasa nada. Da gusto por parte de todos. Autoridades incluidas. Me
dirás, querido lector, que en estos lares, falta el sol. Tienes razón, no
podíamos tenerlo todo, pero ya estamos acostumbrados. En estos momentos
mantenemos la limpieza y evitamos que la basura, los deshechos y los malos
hábitos nos llenen las playas de algo que no sea simplemente arena, algo
manchada de carbón en la desembocadura de los ríos procedentes de las cuencas y
de mucha madera arrastrad por las marejadas de invierno y primavera.
Aun hay mucho que hacer. En
eso, los espartanos y yo, tenemos
mucha culpa y bastante labor que realizar. Debemos darnos a conocer. Las nuevas
generaciones ya saben como somos: raros.
Hay que decirles que no, que todos somos iguales yo menos, pues como diría
Woody Allen en el “La maldición del escorpión de jade” “Soy viejo, gordo y en pocos años, calvo”, pero el resto es gente
maravillosa que solo quiere disfrutar de la vida, de la naturaleza, del medio
ambiente, aunque sea desnudos.